Ketamina
Propiedades
La ketamina es utilizada en medicina y
veterinaria como anestésico disociativo. No obstante, a dosis subanestésicas
produce toda una gama de efectos que abarcan desde la leve embriaguez, la
estimulación y las ligeras distorsiones perceptivas hasta los más impactantes
estados oníricos y auténticamente alucinatorios, pudiendo, incluso,
desencadenar experiencias cercanas a la muerte y estados de desdoblamiento
corporal.
Produce toda una gama de efectos que
abarcan desde la leve embriaguez, la estimulación y las ligeras distorsiones
perceptivas hasta los más impactantes estados oníricos y auténticamente
alucinatorios.
Posología
Cuando la ketamina se consume con una
finalidad recreativa, en entornos de fiesta, buscando la embriaguez, la
estimulación y las ligeras distorsiones perceptivas, la dosificación más
adecuada para la vía oral suele ser
o de
los 50-100 mg (dosis bajas)
o hasta
los 75-300 mg (dosis medias-altas).
La dosificación
nasal (esnifada) va desde
o los
15-30 mg (dosis bajas)
o hasta
los 25-50 mg (dosis medias)
o o
los 100 mg (dosis alta).
En el caso de los usos
psiconáuticos en busca de los efectos psicodélicos plenos, la vía oral
requiere de dosis en torno a los 300 mg. (200-450 mg) y produce unos efectos
más suaves y duraderos que los obtenidos por otras vías. Vía esnifada los
efectos psicodélicos plenos suelen conseguirse con cantidades en torno a los
200 mg (100-250 mg).
Contraindicaciones
La ketamina está contraindicada en
personas aquejadas de
o problemas
cardiacos,
o hipertensión
o o
que cuenten con antecedentes de accidentes cerebrovasculares.
Al igual que en aquellas que estén en
tratamiento con medicamentos tiroideos, que hayan sufrido operaciones oftalmológicas
o que padezcan problemas psiquiátricos o tengan antecedentes de haberlos
tenido.
Así mismo, está contraindicado su uso
por mujeres embarazadas o en período de lactancia.
Dosis altas y seguidas producen un
entorpecimiento corporal, por lo tanto se recomienda cuidar la dosificación y
espaciar las tomas.
Precauciones
La ketamina es un anestésico, por lo que
dosis demasiado altas o demasiado seguidas producirán un considerable
entorpecimiento corporal (pérdida del equilibrio, de los reflejos, etc.) que
pueden suponer un importante riesgo de caídas y accidentes. Para evitarlo será
necesario cuidar la dosificación y espaciar suficientemente las tomas.
En el caso del consumo esnifado,
las rayas tendrán que ser más pequeñitas que las utilizadas con
la cocaína y, al igual que con esta sustancia, será recomendable
utilizar un turulo personal e intransferible para evitar el contagio de
enfermedades como la Hepatitis C. El uso de dosis altas en busca de
los efectos psicodélicos requerirá de un entorno seguro y tranquilo en el
que la persona permanezca tumbada y sin moverse.
o Con
el consumo de dosis bajas en entornos de fiesta se recomienda
prudencia en los movimientos siempre que exista el riesgo de caídas aparatosas
(subir y bajar escaleras, cruzar calles, etc.) así como evitar conducir
vehículos a motor hasta que los efectos no hayan remitido.
o El
uso continuado favorece el desarrollo de tolerancia y dependencia, así como la
posible aparición de trastornos físicos (dolores abdominales, problemas
oculares, temblores…) y psicológicos (ansiedad, insomnio, psicosis…).
o Un
uso crónico puede dañar los riñones. Los consumos más seguros son aquéllos que
no se repiten más de una vez al mes. Los más arriesgados son, evidentemente,
los que tienen una periodicidad diaria.
Efectos secundarios
En el momento de consumir, junto a los
efectos buscados y deseados, pueden darse náuseas, vómitos, sensaciones de
mareo, vértigos, sudores, dolores de cabeza, confusión y desorientación.
Disminuye la capacidad de atención, de concentración y la memoria, pudiendo
darse amnesias. El día después el usuario puede sentirse algo cansado, aturdido
y con la cabeza pesada.
En grandes consumidores,
las dificultades de atención y concentración así como
los problemas de memoria, especialmente la lingüística (por ejemplo,
recordar palabras o nombres) pueden persistir durante varios días.
Interacciones
o La combinación de
ketamina con sustancias como el alcohol, el GHB o los
opiáceos da lugar a una potenciación de los
efectos depresores (pérdida de la coordinación, sedación, desmayos,
etc.). En términos de seguridad se trata de una mezcla desaconsejada. En caso
de realizarla es conveniente reducir las dosis y espaciar las tomas.
o La mezcla
con estimulantes contrarresta los efectos de la ketamina, por lo que resulta
contraproducente para los usos psiconáuticos. Para usos recreativos conviene
tener en cuenta que el riesgo de caídas y accidentes sigue estando presente. El
hecho de que los efectos de ambas sustancias se contrarresten puede facilitar
que se acaben consumiendo mayores cantidades de cada una de ellas, favoreciendo
el desarrollo de tolerancia y adicción en consumidores habituales.
o La combinación
con psicodélicos para algunas personas puede añadir matices interesantes a
la experiencia, no obstante, supone mezclar sustancias de efectos muy intensos,
por lo que, en caso de combinar, conviene extremar las recomendaciones usuales
para el consumo de alucinógenos: básicamente, efectuarlo en un contexto seguro
y en un buen estado emocional, cuidar las dosis y no realizarlo de forma
habitual.
El uso continuado favorece el desarrollo
de tolerancia y dependencia, así como la posible aparición de trastornos
físicos y psicológicos.
Intoxicación
o En personas sin tolerancia, cantidades superiores a los 250 mg (vía
esnifada), consumidos de una sola vez o en poco tiempo, suelen dar lugar
a pérdidas de conocimiento.
o El consumo de cantidades menores mezcladas con cantidades medias
o altas de alcohol u otros depresores también puede producir desvanecimientos
más o menos graves (en el peor de los casos puede dar lugar a paradas
respiratorias).
o En cualquiera de estas situaciones, será más razonable y seguro
pecar de prudencia que de imprudencia, por lo que se aconseja llamar a
urgencias.
o Ante alguien con ataques de ansiedad, paranoias, etc. se
recomienda no dejarle solo, mantener la calma, evitar los estímulos fuertes y
potencialmente agobiantes (música, gente, etc.), ayudarle a respirar lenta y
profundamente y, si la situación no mejora, buscar ayuda.
Conservación
o Caducidad entre uno y cinco años.
o Consérvese lejos de los rayos del sol y, preferiblemente, a una
temperatura entre 4 y 25 grados.
o Manténgase fuera del alcance de los niños.
o Consulte a su médico o a personal especializado.
Fuente: http://energycontrol.org/
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